domingo, 19 de junio de 2011

El peluquero

Un tipo estaba cortándose el pelo en una peluquería, días antes de hacer un viaje a Roma.
Le mencionó el viaje al peluquero, el cual le dijo:
- ¿A Roma? ¿Por qué alguien querría ir a Roma? Siempre está lleno de italianos que apestan. Estás loco si vas a Roma. ¿Y en qué te vas a ir?
- Voy con Alitalia, - respondió el tipo. - Aprovechamos una gran oferta.
-¿Con Alitalia? - exclamó el peluquero. - ¡Esa mierda de aerolínea! Sus aviones son viejos, sus azafatas feas y siempre llegan tarde. ¿Y dónde te vas a quedar en Roma?.
- Vamos a estar en el Hotel Internacional Marriot.
- ¿Esa mierda de hotel? ¡Todo el mundo sabe que es el peor hotel de la ciudad...! ¡Las habitaciones son pequeñas, el servicio es malo y encima son careros! - ¿Y qué vas a hacer cuando estés por allí?
- Voy a ir al Vaticano y espero ver al Papa.
- ¡Esta si que es buena!,- se rió burlonamente el peluquero -. Tú y un millón de personas más tratando de verlo. ¡Lo vas va a ver del tamaño de una hormiga! Pero, de todas maneras, te deseo mucha suerte en tu viaje. La vas a necesitar.
Pasó un mes y el tipo volvió por su corte de pelo regular.
El peluquero le preguntó acerca de su viaje a Roma.
-Fue maravilloso, no solamente llegamos a tiempo en uno de los aviones nuevos de Alitalia, sino que, como había 'overbooking'  nos pasaron a primera clase. La comida y el vino fueron deliciosos y tuvimos una azafata preciosa que nos atendió como dioses.  Y el hotel, fue fantástico. Acababan de hacer una remodelación de 25 millones de dólares y ahora es el mejor hotel de Europa. Allí también había 'overbooking', de manera que se disculparon alojándonos en la suite presidencial, ¡Sin cargos extra!!
- Bueno, -exclamó sin mucho entusiasmo el peluquero- pero supongo que no pudiste ver al Papa.  
- La verdad es que fuimos muy afortunados porque, mientras paseaba por el Vaticano, un guardia suizo me dio unos golpecitos en el hombro y me explicó que al Papa le gusta conocer personalmente a algunos visitantes. Me invitó cordialmente a seguirlo para llevarme a las habitaciones privadas del Santo Padre, donde en persona nos recibiría. Cinco minutos más tarde, el Papa entró por la puerta y estrechó mi mano! ¡Incluso me dirigió algunas palabras!
- ¿De veras?, - dijo el peluquero conmovido- y ¿qué te dijo?
-  Me dijo: “Hijo mío.... ¿dónde mierda te has cortado el pelo?".

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