jueves, 11 de abril de 2013

En el bar


Un hombre entra en un bar y ve en la barra una jarra enorme, llena hasta arriba de billetes de 10€.
A ojo de buen cubero, calcula que habría por lo menos diez mil euros.
Y le pregunta al camarero:
- “¿Y esa jarra llena de dinero?”

- “Es como una apuesta..., usted mete un billete de 10€, y si pasa tres pruebas, se lleva todo ese dinero y además un BMW nuevo”

El hombre no quiere desperdiciar la oportunidad, y pregunta:

- “¿Cuáles son esas tres pruebas?”

- “Primero meta el billete, son las reglas”


Tras pensarlo un rato, el hombre se decide y mete el billete de 10€ en la jarra.

- “Vale”, dice el camarero, “esto es lo que tiene que hacer”:

“Primero: tiene que beberse una botella de tequila, sin hacer un sólo gesto, y en menos de un minuto”.



“Segundo: Hay un Pit Bull atado en el patio de atrás, y tiene una muela picada que le duele.

Tiene que sacarle la muela con sus manos, sin guantes”.



“Tercero: Hay una viejecita de 90 años en el piso de arriba, que todavía es virgen, la tiene que hacer el amor”.




El hombre se queda atónito:

- “Ya sé que he pagado mis 10 euros, pero no soy idiota!”
“No voy a hacer todo eso!”
“Hay que tener muchos cojones para beberse una botella de tequila y luego hacer esas otras cosas!”.

- “Como quiera,” le dice el camarero, “pero su dinero entonces se queda donde está.”


El hombre se queda en la barra, rumiando su decisión, y después de un par de copas, finalmente salta: - “Vale, venga ¿donde está ese maldito tequila?”

Coge la botella con las dos manos y se la bebe todo lo rápido que puede.

Le resbalan por la cara dos lagrimones enormes, pero no hace ni un gesto, y tarda sólo 58 segundos!
A continuación sale, tambaleándose, por la puerta de atrás, donde está atado el Pit Bull.

Enseguida, la gente que está en el bar empieza a oír gritos horribles, gruñidos, chillidos, gemidos, golpes... los ruidos de una pelea considerable... y de repente, el silencio otra vez!

Todos creen que el hombre está muerto, pero de repente, vuelve a entrar en el bar, todavía tambaleándose. La ropa hecha jirones y lleno de arañazos, mordiscos y heridas,

cubierto de sangre por todos lados.

Con la voz pastosa de la borrachera, le dice al camarero:

- “Venga,... y ahora ¿dónde está esa viejecita con la muela picada?”.

La herencia del lechero

Un lechero que se está muriendo en el hospital reúne a sus dos hijos, su hija y su esposa y, rodeado por todos ellos y su enfermera, les reparte su herencia:
Dice a su hijos:
- A ti, Pedro, que eres el mayor, te dejo las casas del norte.
- A ti, hijita, te dejo todos los apartamentos de la zona sur
- A ti, Carlitos, por ser mi hijo menor, con un gran porvenir, te dejo las oficinas del Centro.
- Y a ti, mi querida esposa, el edificio del barrio Las Cumbres, al oeste de la ciudad.
La enfermera, impresionada, le dice a la esposa:
- Señora, su esposo es muy rico: ¡están heredando muchas propiedades!
Y la esposa, sin perder el tiempo le responde:
- ¡¡Qué rico ni qué ni mierda!! ¡¡Esas son las rutas por donde reparte la leche...!!