Muere un lechero. Al día siguiente los familiares contratan a un abogado para leer el testamento, y este empieza a leerlo:
- A mi hijo le dejo las casas del norte, a mi hija las casas del sur, y a mi esposa los edificios del centro.
Asombrado, el abogado dice:
- Caramba, señora, su esposo era rico.
- ¡Qué rico ni qué mierda! Son las rutas para repartir la leche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario