domingo, 11 de junio de 2017

La marquesa de Campochico

Cuentan que la marquesa de Campochico organizó hace unos días una merienda en su casa a la que invitó a todas sus amistades de la nobleza.
Gente de la más alta alcurnia se dieron cita aquella tarde en casa de la marquesa, pero lejos de resultar una divertida fiesta estaban más aburridos que viendo crecer la hierba, y entonces a la marquesa se le ocurrió jugar a las adivinanzas, algo que a ella le gustaba mucho y se le daba muy bien.
Mirando a través de la ventana, vio a su hija montando a su yegua favorita y se le ocurrió esta adivinanza:
- Grande y hermosa, entre las piernas de una mujer se pone briosa.
Rápidamente, uno de los invitados, el Conde de Pradochungo, dice:
- ¡Ya lo sé!...¡Eso es una polla!
La marquesa, muy ofendida e indignada le dice:
- ¡Es usted un cochino y un maleducado! ¿Cómo se le ocurre decir eso?
Inmediatamente llama a su mayordomo y le dice:
- Horacio, el señor conde se marcha. Tráigale, por favor, su capa y sombrero.  
Entonces, algunos invitados piden a la marquesa que lo perdone y le dé otra oportunidad. La marquesa responde:
- Está bien. Por esta vez lo vamos a disculpar, pero espero que no vuelva a repetirse semejante grosería. Vamos a probar con otra adivinanza.
La marquesa se fija en una invitada que está jugando con una sortija que lleva en el dedo y dice:
- Redonda y brillante, a la mujer le entra como un guante.
Enseguida, el conde responde impetuosamente:
- ¡Ya lo sé!... ¡Esta vez sí que es una polla!
La marquesa, más que molesta, exclama:
- ¡Esto es inadmisible!... ¡Ya no tolero más su mala educación!... ¡Horacio, traiga la capa y el sombrero del señor conde, que se marcha ahora mismo!
El conde, abochornado, responde:
- ¡Lo siento mucho, señora marquesa! ¡Soy un bocazas! Perdóneme otra vez, que le prometo que no volverá a ocurrir.
El resto de invitados vuelve a pedir a la marquesa que sea clemente con el conde, y la marquesa dice:
- Está bien. Le daré una última oportunidad. Vamos a probar con otra adivinanza.
En esto que la marquesa se fija en otro invitado que está metiendo una galleta en la taza del café y dice:
- Entra seca y esponjosa y sale mojada y correosa.
Entonces, el señor conde alza la voz y dice:
- Horacio, por favor, tráigame la capa y el sombrero que me voy a pisar mierda, ¡porque eso es una polla como una olla!  

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