Entra un señor corriendo a una farmacia.
-Rápido, deme algo para la diarrea.
El farmacéutico, nervioso, le da unas pastillas equivocadas. El hombre se las toma y se va. Dos horas después llega el diarreico y el farmacéutico, que se había percatado del error, le dice:
-Disculpe, señor, pero en lugar de un antidiarreico le di un tranquilizante. ¿Cómo está?
-Bañado en mierda, pero me da igual, estoy muy tranquilo.
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